CON FECHA DE CADUCIDAD



Hoy he escuchado algo que me han puesto en marcha la cabeza.
No ha sido nada importante, pero a mí me han dejado huella.
Ha sido mientras alguien ordenaba un montón de papeles personales, de esos que amontonan cajones y que siempre nos hacen decir "cuando tenga un ratito, lo coloco todo".
No sé si con intención o sin ella, pero cuando la he visto enfrascada en ese "ratito", y la he oído decir mientras ordenaba antiguas invitaciones de boda: "Sólo voy a guardar las de aquellos que aún sigan casados". ¡¡ Toma ya!! -he gritado yo-. Me he quedado de una piedra, le ha salido tan natural que casi me caigo de espaldas.
Ya nada es para siempre, ni las aspiradoras duran lo que duraban antes, ni los frigoríficos, ni..... ni siquiera los matrimonios.
Todo caduca, creo que el principio de las cosas empieza por ponerle fecha de caducidad.
Es posible que todo esté pensado para que dure menos, pero creo que también influye que ya no tratamos las cosas con el mimo que se trataban antes, ahora todo funciona a golpes, porque sabemos que todo es de usar y tirar hasta...... hasta los matrimonios.
No solo los matrimonios se rompen, lo que pasa es que esos hacen ruido al romperse, también se rompen los no-matrimoniados, tanto o más. Debe ser cosa de la paciencia, de la poca paciencia quiero decir, porque quizá si -y hablo por mí- escuchásemos tanto como hablamos, si viésemos tanto como miramos y también si pensásemos mas lo que decimos, tal vez todo resultaría mas mimoso, mas dulce y delicado, y quizá las cosas se romperían menos. Hasta.... hasta los matrimonios.

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